EL ENCUENTRO
Las manecillas del viejo reloj de pared con un cucu muy gracioso avanzaron casi arrastradas a la fuerza por el tiempo implacable, el tiempo que hoy nos tenía allí frente el uno al otro con nuestros nuevos rostros y viejas vidas.
La gente entraba y salía del café, unas llegaban con sonrisas y se iban con penas, otras al revés, unas mas aparecían solas pero salían acompañadas, buscando una taza humeante que calmara el frió del cuerpo o del alma o que se yo.
Así pues platicamos sobre como nos separamos aquel día antes de tu largo viaje y de cómo jamás volviste de el por mi, de lo que hice en espera de que se me borrara la memoria, de cómo mejore en muchas cosas en las cuales antes solo era como una chiquilla inexperta, de cómo bese labios y fui besada, de cómo dude de todo y cuide de mi como nadie mas lo haría, que no me deje lastimar pero tampoco pude amar; me concluí como una especie de transición para los hombres que van en busca de algo mejor.
Recuerdo como la ventana abierta que estaba a tus espaldas dejaba entrar al aire frió y húmedo del exterior erizando y poniendo de puntas a la vez los bellos de mi piel. Y le oí decir al viento “Te lo dije, El volvería”.
Tras un delicado sorbo de café acompañado de una profunda mirada bajaste la cabeza en son de duelo, pero que pasa que hay de ti pregunte yo; mencionaste que en aquel viaje cambio todo y nada, viste mas aya de donde no querías ver y como niño con golosinas querías todo pero a la vez en realidad te alejabas de lo que mas anhelabas. Construiste una casa que jamás fue hogar, una vida que jamás viviste en un aire que te asfixiaba y unos labios que no amabas.
“Nada te retenía allí excepto tu honor” te mencione, tus labios se alinearon intentando una sonrisa y acariciaste de nuevo mi mejilla diciéndome “Has sido un tónico para mi” todo este tiempo tu recuerdo lo lleve en la cartera, en la mente y el alma también.
Ahora al escucharte me di cuenta cuan errada estaba yo, pero que va, claro que no es así “Dios no nos odia, si lo hiciera no nos hubiera dado un corazón tan fuerte” ya lo puedo ver así, ya que tras aquellos días gris en que llore y grite porque no entendí como te alejo de mi.
Por fin después de tres tazas de café y nuestros sentidos mas que alerta por el insumo de cafeína en manera desmedida nos pusimos de pie y salimos, sin hablar pusiste tu brazo a mi alrededor calmando mis escalofríos pues ya afuera hacia frió que segundos después un tranquilo roció se convirtió en chispas de lluvia, entonces tomaste mi mano y corrimos al estacionamiento, tan cerca tu auto del mío como cosa planeada.
Te invite a casa por ¿una taza de café?, no no que va, fue broma; solo te invite a pasar.
Continuara...
La gente entraba y salía del café, unas llegaban con sonrisas y se iban con penas, otras al revés, unas mas aparecían solas pero salían acompañadas, buscando una taza humeante que calmara el frió del cuerpo o del alma o que se yo.
Así pues platicamos sobre como nos separamos aquel día antes de tu largo viaje y de cómo jamás volviste de el por mi, de lo que hice en espera de que se me borrara la memoria, de cómo mejore en muchas cosas en las cuales antes solo era como una chiquilla inexperta, de cómo bese labios y fui besada, de cómo dude de todo y cuide de mi como nadie mas lo haría, que no me deje lastimar pero tampoco pude amar; me concluí como una especie de transición para los hombres que van en busca de algo mejor.
Recuerdo como la ventana abierta que estaba a tus espaldas dejaba entrar al aire frió y húmedo del exterior erizando y poniendo de puntas a la vez los bellos de mi piel. Y le oí decir al viento “Te lo dije, El volvería”.
Tras un delicado sorbo de café acompañado de una profunda mirada bajaste la cabeza en son de duelo, pero que pasa que hay de ti pregunte yo; mencionaste que en aquel viaje cambio todo y nada, viste mas aya de donde no querías ver y como niño con golosinas querías todo pero a la vez en realidad te alejabas de lo que mas anhelabas. Construiste una casa que jamás fue hogar, una vida que jamás viviste en un aire que te asfixiaba y unos labios que no amabas.
“Nada te retenía allí excepto tu honor” te mencione, tus labios se alinearon intentando una sonrisa y acariciaste de nuevo mi mejilla diciéndome “Has sido un tónico para mi” todo este tiempo tu recuerdo lo lleve en la cartera, en la mente y el alma también.
Ahora al escucharte me di cuenta cuan errada estaba yo, pero que va, claro que no es así “Dios no nos odia, si lo hiciera no nos hubiera dado un corazón tan fuerte” ya lo puedo ver así, ya que tras aquellos días gris en que llore y grite porque no entendí como te alejo de mi.
Por fin después de tres tazas de café y nuestros sentidos mas que alerta por el insumo de cafeína en manera desmedida nos pusimos de pie y salimos, sin hablar pusiste tu brazo a mi alrededor calmando mis escalofríos pues ya afuera hacia frió que segundos después un tranquilo roció se convirtió en chispas de lluvia, entonces tomaste mi mano y corrimos al estacionamiento, tan cerca tu auto del mío como cosa planeada.
Te invite a casa por ¿una taza de café?, no no que va, fue broma; solo te invite a pasar.
Continuara...
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