Besos humedos
Recuerdas que reíamos como locos al caminar juntos pero separados por las calles de la ciudad.
Mientras yo intentaba alejarme con carcajadas simultáneas por causa de tus caras a vergonzantes como de psicópata con el tono de voz exagerado que decía “muchacha, muchacha me da un beso” sin olvidar tu pierna, que arrastrabas para darle mas veracidad a la actuación, y caminando a prisa tras de mi para hacerme sonrojar frente a los transeúntes que pasaban cerca.
Me contenía la pena y solo me quedava sonreír y verte andar, con mi mirada dulce de quien ama al niño travieso en cuerpo de hombre que bromea como loco siguiéndome los pasos.
La risa me detenía con un dolor en el estomago por reír y correr sin respirar, entonces tus brazos me atrapaban y envolvían, sujetándome, estrujándome. Buscando mi mejilla con tu lengua tibia de saliva para babearme con ese beso enfermo que me pedía el cojo que me seguía.
Risa, risa y más risas nos invadían, contagiando a quien veía sorprendido de tu osadía y mi vergüenza al estar en tus brazos con el rostro húmedo de tu broma.
Recuerdas con cuanto amor me hacías reír, recuerdas… yo a veces lo hago; y es lo único que extraño.
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