Extrañas compañias
Tendido en el sillón de la casa de tus padres sin nada que cubriera la desnudez de tu cuerpo, el resguardo de tu alma blanca, el hogar donde habitaba la vida misma de la mujer que entro por la puerta de aquella habitación, arrastrando el deseo y la pasión con el amor que solo ella aquella noche te entrego.
El cielo lloraba de alegría y la lluvia cubría el techo de aquel lecho de amor. Las nubes silenciosas le tapaban los ojos al sol, que curioso observaba a ratos por la ventana ya grisácea de vapor y candor en aquel momento de amor.
Abrazado a la esperanza de que nunca terminara te juro que estarían bien, pero ella mintió. Ahora el cielo llora de dolor al saber de dos amantes amando a extraños estan, compartiendo habitaciones frías, con secas compañías, sin ruidos ni sonrisas, sin amor y sin pación.
El alma blanca cambio de color.
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